Los arrecifes de coral son considerados uno de los ecosistemas marinos más diversos del planeta (Reaka-Kudla 1987, 1997; Enoch y Hockensmith 2008; Enoch 2010). De los 33 fila conocidos, 29 ocurren en los arrecifes coralinos (Reaka-Kudla 1997). A pesar de encontrarse en regiones oligotróficas, sostienen una elevada biomasa y abundancia de organimos (Gischler y Ginsburg 1996). Sin embargo, esta gran riqueza se debe a la alta heterogeneidad espacial y complejidad de la estructura coralina, que aumentan la disponibilidad de microhábitats y de recursos que pueden ser utilizados por las comunidades asociadas (Huges 1984; Morgado y Tanaka 2001; Glynn y Enochs 2011). Además de los procesos de naturaleza física, la bioerosión es un factor significativo que influye no sólo en la dinámica estructural del sustrato. En arrecifes saludables la bioerosión está en un balance delicado con la descomposición y recirculación de carbonato de calcio (Moran y Reaka-Kudla 1988). Los organismos que habitan los espacios, grietas u orificios formados por bio-horadadores comprenden uno de los componentes más importantes del ecosistema coralino en términos de biodiversidad y biomasa (Kiene 1988; Moran y Reaka-Kudla 1988; Reaka-Kudla 1997; Peyrot-Clausade et al. 1999; Enoch 2008, 2010). Los invertebrados crípticos o criptofauna representan la fracción dominante y está compuesta por numerosos taxa, siendo los poliquetos, moluscos, equinodermos y crustáceos los más representativos, los cuales constituyen un vínculo crucial en la transferencia trófica desde los productores primarios a los consumidores pelágicos (Reaka-Kudla 1987, 1997; Klump et al. 1988). Para evaluar la utilidad de describir la comunidad de crustáceos que forman la criptofauna como una herramienta para conocer el estado de conservación de un arrecife, se estudiarán muestras provenientes de coral muerto y de colectores artificiales en dos localidades de la costa de Quintana Roo: Puerto Morelos y Akumal. Dentro de cada área se estudiarán tres áreas con diferente grado de conservación (muy deteriorada, en recuperación, conservada) por medio de muestras que se obtendrán durante un año en cada caso (coral muerto y colectores). En cada una de las tres áreas, dentro de cada localidad se extraerán muestras a tres profundidades: 1-2 m (somero), 6-8 m (medio), 12m (profundo). Lo que se espera es que la composición de la criptofauna de acuerdo a el área de donde provenga cambie en una serie de indicadores como: riqueza de especies, diversidad y equitatividad; en el número de especies comunes, frecuentes, raras e indicadoras; en la frecuencia de especies enterradoras y anidadoras y en la talla promedio de las especies más comunes. Así mismo, el estudiar la composición de la criptofauna a tres profundidades nos dará la oportunidad de poner a prueba hipótesis sobre estabilidad y sucesión de la comunidad, pues se ha encontrado que el nivel de conservación en los arrecifes puede cambiar de acuerdo a la profundidad y al tipo de perturbación a que esté expuesto. Se espera que las muestras más someras sean las más pobres dentro de cada una de las tres zonas en cada localidad, que en la zona muy perturbada las muestras profundas sean diversas y que en la zona en recuperación las muestras intermedias sean las más diversas y abundantes. Los tres años de proyecto se dedicarán, el primero a la localidad de Puerto Morelos, el segundo año se estudiará el arrecife enfrente de Akumal y durante el tercer año se realizarán solamente algunos muestreos de control en ambas localidades.

El monitoreo del estado de salud o conservación de un ecosistema es una acción que se ha emprendido pocas veces en México. En general, se han realizado muchos estudios en los que se ha dictaminado sobre el estado de conservación de algún ecosistema en un momento dado sin tener un control adecuado, sin llevar un seguimiento en el tiempo y/o sin tener una estimación precisa de la diversidad de especies presentes. En particular, en México se han estudiado los ecosistemas arrecifales en distintos puntos principalmente describiendo la composición de las especies de coral (Castañares y Soto, 1981; Carriquiry y Reyes-Bonilla, 1997; Reyes-Bonila y Leite-Morales, 1998; Jordán-Dahlgren, 2002). Algunos estudios han descrito las comunidades asociadas a los arrecifes (Pérez-España et al., 1996; Cintra et al., 1998; Villareal et al., 2000) refiriéndose principalmente a peces, con algunos otros estudios refiriéndose a algas y zooplancton. La contribución de este proyecto será que se estudiará una zona arrecifal para la que no hay antecedentes de estudios en los que se haya estudiado la criptofauna de crustáceos. Es de esperarse que con sólo el registro de especies en estas localidades se tengan decenas de nuevos registros para las aguas mexicanas y una cantidad considerable de nuevas especies. Dada la extensión de la barrera arrecifal es posible tener áreas con diferente grado de conservación o deterioro, lo que permitirá hacer comparaciones basadas en análisis estadísticos de datos que se han tomado bajo un diseño planeado específicamente para ello. Se podrán comparar las percepciones del estado de salud arrecifal como: "conservado", en "recuperación" y "deteriorado", con hipótesis de estabilidad, sucesión y daño sostenido basadas en los datos de la criptofauna. En cuanto a la formación de recursos humanos, se tiene una estudiante de doctorado que participaría en el proyecto, además de dos estudiantes de maestría que se reclutarían. Se planea, llegado el caso en considerar también a dos estudiantes de licenciatura, lo que daría un total de 5 alumnos. En cuanto a la producción, me comprometo a publicar 6 artículos derivados de la investigación propuesta.