En México, la Encuesta Nacional de las Adicciones indica que hay aproximadamente 4.2 millones de usuarios de marihuana en el país (ENA 2008) lo que significa el 4.2% de la población mexicana de 12 a 65 años de edad, incluida la zona rural. Asimismo, indica que entre 5-6 millones de mexicanos consumen drogas ilícitas, lo que en números redondos es el 5% de la población mexicana. Se estima que el tabaco es la causa del 8.8% de las muertes en el mundo, mientras que el alcohol causa el 3.2% y las drogas ilícitas el 0.4%. En particular, la marihuana no se asocia con muertes. El cerebro tiene un sistema que está encargado de reconocer los estímulos placenteros, a los cuales llamamos reforzadores positivos. Al sistema lo llamamos de la motivación-recompensa. También tiene un sistema que nos permite reconocer los estímulos displacenteros o dañinos (reforzadores negativos), lo llamamos sistema de castigo. Ambos sistemas están en estrecha relación y participan en el mantenimiento de la homeostasis emocional. Ambos sistemas aumentan la probabilidad de ocurrencia de la conducta que se exhibe ante un estímulo determinado. Los procesos oponentes de las emociones realizan una función estabilizadora que hace que tengamos una sensación de satisfacción la mayoría del tiempo. El paciente adicto a drogas, en su compulsión por estimular sus sistemas de placer, ha desviado la homeostasis hacia el sistema de castigo, con el frecuente consumo de las drogas. Es decir, con el efecto poderoso de algunas drogas para producir placer, ha provocado que el proceso oponente se fortalezca en consecuencia. Así, debido al uso crónico de drogas el sistema del placer sufre cambios plásticos que reducen su respuesta a las mismas y se desarrolla el fenómeno de tolerancia. Adicionalmente, el sistema del castigo se fortalece para restituir la homeostasis. Cuando el sujeto deja de ingerir las drogas, la emoción predominante es la provocada por el sistema de castigo y el sujeto tiene el síndrome de abstinencia. En el largo plazo, el sujeto tiene malestar por la presencia de emociones de valencia negativa que lo hacen recaer en el uso de drogas. Los sistemas anatomofuncionales que subyacen a estos procesos no están claramente descritos. Es objetivo de este proyecto contribuir a esclarecer cuáles son estos sistemas y como responden en las diversas fases de la utilización de drogas: Inicio de uso, tolerancia, abstinencia y recaída. Los resultados nos orientarán sobre las mejores maneras de prevenir la robusta manifestación del proceso oponente de castigo cuando se retira la droga y así prevenir la recaída.

Este estudio mostrará que el mayor cambio ocurrido en la ingestión de marihuana, así como de otras drogas de abuso es el que compensa y trata de regular a la baja el efecto hedónico inducido por marihuana. Mostrará que, como la marihuana estimula intensamente a los sistemas cerebrales que regulan la sensación subjetiva de placer, el cerebro lo interpreta como un desbalance homeostático, por lo que activa sistemas que median el displacer para restituir el balance. Esta condición llevará al paciente, en el largo plazo, a buscar la droga no para experimentar sus efectos placenteros, si no para evitar el displacer que ahora tiene en ausencia de la droga. Esta condición lo lleva a la recaída y a la permanencia en la autoadministración de la marihuana. De entender estos mecanismos depende el desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas que ofrezcan al paciente una terapia de mayor éxito en el control de su adicción.